Muerte a la bestia humana

La obra del pintor Alejandro Obregón siempre ha estado fuertemente marcada por la violencia, cargada de una crítica social y política. Muerte a la bestia humana es una de sus pinturas más intensas, creada a partir de un suceso que causó indignación y dolor en el pueblo colombiano, el caso de Gloria Lara, quien fue la directora nacional de Acción Comunal y Asuntos Indígenas durante el gobierno de Julio César Turbay, y que fue asesinada a manos de un grupo denominado Organización Revolucionaria del Pueblo.

Tan sólo en un día y medio Alejandro Obregón fue capaz de darle vida a este cuadro que retrata el dolor y el asco que generó este hecho que hasta la fecha aún sigue impune. En esta pintura se pude observar la forma en la que el artista asesina a quien mató a Gloria Lara. Esta pieza es una forma de protesta contra estos atroces crímenes, pero además es un grito de desespero que clama por justicia. Este asesinato del victimario aunque no sucede, es algo que se anhela.

El uso de trazos bruscos, tonos rojizos y oscuros dan cuenta del estado del pintor, se puede apreciar la intranquilidad y la impotencia que sentía Obregón, un artista que se ha caracterizado por su amor a la vida. Sin duda, este hecho es como una bofetada en la cara, y esta es su forma de desahogo, momentos en los cuales las palabras ya no son suficientes, son sus manos las que hablan, se percibe una atmósfera de angustia, de nervios, de repudio.

En cuanto al título de la obra Muerte a la bestia humana, el artista quiere mostrar esa parte oscura del ser humano, esa parte animal que es capaz de hacerle daño al otro sin medir las consecuencias, esa bestia que no siente arrepentimiento, ese ser no pensante que no tiene escrúpulos, un ser que abunda en nuestro país y que ha sido el protagonista de la violencia que se ha perpetuado a lo largo de varias décadas.

Aunque el tiempo que se empleó en esta pintura fue muy corto, se puede sentir la intensidad con la que se hizo, incluso hay unos trazos y detalles que se alcanzan a salir del cuadro, algo que da cuenta de la agresividad de Obregón. Hay partes que no son muy proporcionales, pero esa es la idea, desdibujar al hombre tal cual lo conocemos, quitándole su lado humano, porque lo que aquí se quiere representar es a una bestia.

El trabajo de Obregón ha redefinido las concepciones del arte, ya no se habla únicamente de cuestiones estéticas, sino de temas más serios y reflexivos. Con Muerte a la bestia humana, Alejandro Obregón pretende sacar al espectador de la monótona realidad llena de noticias que a veces pareciera que se repiten eternamente, que apenas lo golpean.

Esta pintura aunque refleja crueldad, es inolvidable. Es una píldora para la memoria, para que no olvidemos los asesinatos a líderes sociales que se cometen día a día, es un llamado para que reaccionemos en vez de naturalizar estos crímenes hasta el punto de que ya no nos importe, no nos duela.

La indiferencia también es cómplice de la impunidad e injusticia, es por eso que esta pintura en esta ocasión se sale de los esquemas, no invita a nada más que a pensar, a salir del letargo en que muchos están sumidos sin la capacidad de dimensionar el daño tan enorme que ha provocado la violencia en Colombia.

Personalmente este es uno de mis cuadros favoritos de Alejandro Obregón, admiro la rapidez en la que es capaz de actuar en medio de la tormenta, comprendo su afán de transmitir ese sentimiento de desacuerdo con lo que pasa en el país, anhelo igualmente el día en que en verdad muera la bestia humana, que ha mutado en tantas especies como paramilitares, narcotraficantes, guerrilleros.

Finalmente entiendo que a nadie le gusta la crudeza, a veces provoca malestar, de hecho, a mí me costó entender el trasfondo de la pintura al inicio, y tuve que verla muchas veces para ir más allá de la sangre o de la escopeta y comprender que lo único que busca el artista es hacer un llamado a la conciencia colectiva, para que entendamos que la violencia es algo que nos involucra a todos los colombianos, independientemente de que nos haya tocado directa o indirectamente, queda en nuestras manos que muchas de las cicatrices que han quedado a raíz de estos crímenes sanen algún día de una vez por todas.